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Charlas de Quincho

La referencia de Ámbito Financiero al acercamiento entre la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner y Juan Calos Fernández.

 

| 30.04.2012 | Como siempre que hay fines de semana largos, dividimos esta sección en dos entregas (la segunda parte, el miércoles). Pese a la inminencia del feriado (o a favor de ello), la semana que pasó fue pródiga en reuniones, tanto locales como en el exterior. En una de estas últimas, en Washington, se confirmó el acercamiento a Estados Unidos con el petróleo -ahora estatal- como gran aproximador. También hubo un asado y un «pasta party», ambos oficialistas, un cumpleaños discreto -las finanzas de la provincia del esposo de la festejante no permitirían otra cosa- y un sarao peronista, pero «de los otros». También fue una semana pletórica de artes plásticas, con lo que implica en términos de champán y bocaditos. Veamos.  

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El alta médica para actos públicos de la Presidente desató un entusiasmo quinchesco en el oficialismo. El martes, el legislador porteño Juan Carlos Dante Gullo reabrió el comedor familiar de la calle Cachimayo, en el Bajo Flores, para una reconcentración y coaching de kirchneristas para el acto del viernes en Vélez, adonde llevó a medio bloque de diputados, entre ellos José María Díaz Bancalari y Jorge Landau, con quienes está asegurada la legalidad de cualquier encuentro kirchnerista, y más cuando se hace en santuarios fronterizos con la transversalidad como es la casa del «Canca». Hubo frotamiento de conciencias esa noche, pero lo más jugoso del oficialismo ocurría a la misma hora en la casa del intendente de San Antonio de Areco, Francisco Durañona, quien tendió la mesa con pastas para un seleccionado de amigos que venían del acto de ese alcalde -hijo del legendario diputado conservador Francisco Durañona y Vedia- con Cristina de Kirchner en esa ciudad, la inauguración de una escuela de la que se privó de ir Daniel Scioli -a esa hora, también, reunido en Bogotá con el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos- dejándole el escenario a Gabriel Mariotto, que goza del corte de cintas ajenas aunque haya asumido la vicegobernación hace cuatro meses. Pero lo respalda la continuidad del Estado al que representa.

 

Mariotto no estuvo en el seleccionado de amigos que le comieron las pastas a «Paco» Durañona, entre quienes se destacaban el ministro Florencio Randazzo; el subse-cretario de Seguridad y oficial del Ejército Argentino Sergio Berni; la subsecretaria de la Jefatura de Gabinete María del Carmen Alarcón; el puntero kirchnerista con actuación en Cafayate (Salta) Germán Voss - excandidato a intendente de esa localidad con apoyos federales que no le alcanzaron-, algunos intendentes de la zona, como Marcelo Skansky, de Carmen de Areco; el diputado provincial Fabio Sorchili; la senadora Marina Moretti, y un personaje que va creciendo en cartel en actos del Gobierno como animador de singulares episodios. Se trata del piquetero Juan Carlos Fernández, llamado por sus amigos el «Hippie», que actúa en nombre del movimiento de Trabajadores Desocupados (otro de los oxímoron del peronismo) y aprovechó la liberalidad con que Durañona organizó el protocolo del acto para acercarse a la Presidente con varios motivos. Uno, para pedirle que se sacase una foto con él; segundo, regalarle a la Presidente otra pipeta con petróleo original de la primera extracción que se hizo en Comodoro Rivadavia en 1907; tercero, pelearse con el secretario Berni, «controller» de las relaciones entre el Gobierno y los piqueteros, cuando éste le advirtió apenas lo vio que ni se animase a alterar el orden del acto. Cristina aceptó sacarse la foto, aunque ya tenía una pipeta parecida y la mostró en el acto en el cual anunció el proyecto de expropiación de las acciones de Repsol en YPF-en realidad esas muestras abundan como suvenires aunque no son necesariamente de petróleo de la primera extracción, pero igual reciben la adoración de los fanáticos de ese producto, que compiten en esa pasión con los fanáticos de los ferrocarriles. Algún sociólogo, de los que quedan todavía porque la mayoría se ha volcado ya a la literatura de ficción, explicará alguna vez las razones de esas pasiones. Los picotazos entre Berni y el «Hippie» se prolongaron, sin desbordes, en la cena en lo de Durañona y bajo la inspiración del menú que ofreció el dueño de casa, Fernández expuso a quien quisiera escucharlo que el próximo proyecto del Gobierno debería ser para repartir la renta de los yacimientos de carbón con los piqueteros desocupados.

 

Infaltable en una sobremesa con peronistas la discusión de la interna de ese partido, que por lo común transcurre por el acuerdo, como el que se festejó en Santa Fe que ungió al intendente de Venado Tuerto, José Luis Freyre como nuevo titular del PJ local, y que convirtió en presidente de la Cámara de Diputados a Luis Rubeo, desplazando a María Eugenia Bielsa, que tuvo sólo dos votos a favor. En esos trasiegos santafesinos, se lo señaló al senador Carlos Reutemann como quien le abrió las puertas en esa provincia, cuando era gobernador, a la empresa Boldt, a la que le concesionó, entre otras cosas, la lotería. Queda el exgobernador en la pantalla de los entuertos más enredados y en donde hoy todos piden cuentas.

 

Los presentes, lejos del juego y que en realidad tampoco saben si habrá renta petrolera para repartir -todo lo que le entre a la nueva YPF deberá ir a sostener precios bajos al público y a explotar los yacimientos mágicos como el de la Vaca Muerta- prefirieron extender la sobremesa cruzando otras informaciones, avaladas muchas por la presencia de esos tres funcionarios nacionales. Primero, que Cristina de Kirchner agregó en las últimas horas un viaje al exterior que la llevará a Suiza a mediados del mes que comienza. Recibirá en Ginebra un premio internacional relacionado con las comunicaciones que le servirá para agitar en ese país la bandera de la nueva ley de medios. Se mantiene el viaje que se resolvió hace rato, pero que no se ha oficializado: ir a Nueva York el 24 de junio junto a Héctor Timerman y el opositor Federico Pinedo -además de un grupo de funcionarios y de dirigentes opositores- a sostener la posición en Malvinas ante el Comité de Descolonización de la ONU. Nunca un presidente fue a esas reuniones, reservadas al nivel siempre de cancilleres, pero como el Gobierno quiere poner el tema en la máxima visibilidad, que Cristina viaje ayuda bastante. De ahí seguirá junto a Hernán Lorenzino, Mercedes Marcó del Pont y Timerman a Los Cabos, México, allí se hace el fin de semana del 15 y 16 de junio la cumbre del G-20 adonde todos juran en el Gobierno que habrá otro téte a téte con Barack Obama.

 

Mencionar este nombre nos lleva a Washington, adonde el embajador Jorge Argüello debió quedarse la semana que pasó atendiendo a empresarios petroleros y funcionarios del Gobierno de los EE.UU. que quieren saber cómo sigue la película de Repsol. En esas reuniones no faltó nadie, y el principal visitante de la embajada fue, para un almuerzo, el secretario de Energía, Daniel Poneman -todo un nombre para hablar de negocios-, quien se llevó todas las respuestas que le pudo dar el embajador. Éste, que no cuenta lo que se habló en ese almuerzo, negó que exista la posibilidad de que Poneman viaje a la Argentina en las próximas semanas, algo que preocupó a los españoles de Buenos Aires, que ven con preocupación cómo se enfría el clima que lograron crear en los Estados Unidos apenas se conoció el anuncio de la expropiación de acciones. El interés de los petroleros norteamericanos en conversar de ese negocio con Buenos Aires, más allá de las declamaciones de los funcionarios, hizo que Argüello abriese una línea directa permanente con Julio De Vido, que despacha dudas desde Buenos Aires para que nadie tenga sospechas sobre la intención del Gobierno de abrir el juego hacia ese lado. Les encanta en Washington, en donde nunca ha habido dudas sobre la intención de los gobiernos Kirchner de tener las mejores relaciones con el Gobierno de allá en los temas importantes y por afuera de las rispideces folclóricas que tiene EE.UU. con el resto del mundo. En esas reuniones en la embajada no sólo se llevan los visitantes argumentos y promesas; también dejan un rico anecdotario de lo que les ha costado a los petroleros norteamericanos hacer negocios en la región con la española Repsol, entre otras cosas por el tipo de relación que tenían con el Gobierno argentino. Ahora que nadie se hace cargo de eso, las lenguas se sueltan y se cuentan cosas que no dejan del todo bien a los españoles que, cuando pueden, argumentan que Buenos Aires sabía todo lo que hacían.

 

Entre los españoles de la península y los que atienden los asuntos de Repsol en la región ya se ha abierto una corriente de autocrítica de lo que hizo España cuando se supo de la estatización. ¿Era lo mejor para sus intereses escalar en la protesta y alejarse del fondo del problema? ¿No hubiera sido mejor acercarse al problema y buscar una solución negociada como ahora están queriendo hacer? ¿España no midió la vulnerabilidad de la asociación de Repsol en un momento de extrema debilidad del Gobierno Rajoy, del cual querría diferenciarse la administración Kirchner para profundizar la pelea con el aliado local el PP, que es Mauricio Macri? ¿La Argentina habría hecho lo que hizo si el Gobierno de España fuera socialista, o lo hubiera hecho de la manera como lo hizo?

 

Estas preguntas que se formulan con acento castizo no aportan mucho cuando el negocio del petróleo se dispara hacia otros rumbos bien lejanos de lo que se conoció, con un Gobierno que se acerca ahora al «atlantismo» y se regocija con estas reuniones con norteamericanos. Algo que se ha expandido tanto que en reuniones sociales de Washington el tema España-Argentina, YPF-Repsol se ha convertido en la comidilla obligada. Se notó el viernes en la cena que se le ofreció a la escritora chilena Isabel Allende en el National Museum of Women in the Arts, que le entregó su máximo premio en la actividad social más importante del fin de semana en la capital del imperio.

 

En ese misterioso lugar -antes fue un templo masónico 1250 de la N. York Ave. y la Calle H NW)- se tendió una mesa principal en la que lo sentaron al embajador argentino para que le contase de YPF a la autora de «La casa de los espíritus» y a sus compañeros de mesa, entre otros el escritor William Gordon -marido de la Allende, con quien vive en un chalé en Sauzalito, en la costa del Pacífico-, el flamante embajador de Chile en EE.UU., Felipe Bulnes Serrano, exministro de Justicia y Educación de Piñera; Bonnie McElveen-Hunter, fundadora y CEO de Pace Comunications, (fue embajadora de EE.UU. en Finlandia y es la primera mujer presidente de la Junta de Gobernadores de la Cruz Roja Americana) y un hombre que se manifestó interesado en saber todo lo que YPF. Se presentó como Tony Podestá. Con su mujer, le explicaron a Argüello, tienen una de las más importantes empresas de lobby en Wa-shington, y compiten entre sí por sus cuentas. El estudio de Podestá no es barato, contaron en esa mesa, porque cobra u$s 1.000 la hora y tiene una facturación mensual millonaria. Con lo que escuchó en la mesa, este Podestá se convirtió en experto en el tema y seguramente se ganará unos pesos (dólares) porque admitió que había entendido las razones de la nacionalización de las acciones.

 

Fue semana de cumpleaños, pero sin festejos estridentes. El mismo martes de las pastas de Durañona y del asado del «Canca» Gullo, un grupo de peronistas de la corteza amarga -el que se opone a la rama kirchnerista- celebró en un plenario de Lanús el cumpleaños de Graciela Camaño, quien dio por cerrados los festejos en el brindis en el que la acompañaron, entre otros, la exdiputada Marina Cassese, los diputados provinciales Carlos Acuña -además secretario de los estacioneros y segundo de Luis Barrionuevo en la CGT Azul y Blanca- y Rubén Sleiman y algunos punteros más. Ese grupo escuchó la promesa de Camaño de estudiar bien el tema YPF para argumentar su voto en contra de la expropiación de las acciones. Irá por el lado de que se expropia el 51% del 57% de Repsol en YPF que representa en 30% del negocio en el país, con el cual el Estado se queda con un porcentaje menos que además debe repartir con las provincias.

 

Acuña, que algo tiene que decir porque representa a los trabajadores de las estaciones de servicio, se entusiasmó en que esa oposición al proyecto puede calzar una recuperación del sector de la disidencia peronista. Se encantan porque les da clase Martín Redrado y porque sigue junto a ellos Jesús Carilino, intendente de Malvinas Argentinas, en donde sacó para sí 20 puntos más que Cristina a Presidente pese a ir colgado de la lista de Eduardo Duhalde. Camaño y la Cassese registraban anoche presencia en Mar del Plata en donde hoy masajearán a un grupo de rebeldes del PJ de la 5ª sección electoral.

 

Otro cumpleaños amortiguado fue el del viernes de Karina Rabolini, esposa de Daniel Scioli, quien bajó todos los festejos clásicos de esa carpa para celebrar la fecha en familia en La Ñata. El método indica por estas horas circunspección ante la agenda financiera de la provincia que obliga, como dice el gobernador, a explotar la creatividad para recortar gastos, inventar partidas y, más que nada, afinar la negociación con la Nación para que cumpla compromisos financieros firmados que están atrasados y que suelte partidas para obras públicas cuya lentitud en llegar pone nerviosos a los intendentes, que en Buenos Aires son fuente de toda razón y justicia porque más allá de cualquier fantasía institucional, la gente vive en municipios. La única algarada que se permitió el gobernador fue reabrir el miniestadio de La Ñata para recibir a un combinado del club Ferro al que los locales vapulearon a goles, como corresponde.

 

Terminamos esta primera entrega de los quinchos con tres viñetas del mundo del arte. Primero, la previa que se hizo en el Malba, escenario elegido por la gente de arteBA para brindar por la nueva edición de la Feria de arte que se inaugura a mediados de mayo en La Rural. El presidente de arteBA, el financista Facundo Gómez Minujín (hijo de la diva del Pop y del economista Gómez Sabaíni) fue el único orador, un esfuerzo muy moderado gracias a la tecnología. Luego del saludo se sentó cómodo a mirar el video, donde cada cual se presentaba a sí mismo con mayor o menor gracia. Este diario ya le había augurado un excelente futuro en las pantallas a la galerista y operadora cultural Florencia Braga Menéndez, y sobresalió entre todos al hacerse cargo de la audioguía que tendrá la Feria. A estas alturas, las ventas anunciadas son la mejor noticia y, entre otros, el banco Citi, dijo que ya destinó 25.000 dólares para comprar una obra.

 

Buena idea la de Gómez Minujín, mirar desde la platea, porque este año los programas y los patrocinios se han multiplicado, ya no se cuentan como antes con los dedos de una sola mano. A su lado estaban el vicepresidente de arteBA, Alejandro Corres; Eduardo Costantini, del Malba; la vicejefa porteña, María Eugenia Vidal; y Diego Santilli, ministro que se plegó al arte con la inmensa escultura de Pablo Siquier que hará emplazar en Buenos Aires. Todo parece mejor este año. En los Aeropuertos Argentinos recibirán a los viajeros con una obra de Julio Le Parc; llegarán a la Feria pinturas del Museo Histórico (para quienes se agoten del arte contemporáneo); en el Barrio joven Chandon, el rosarino Fernando Farina instalará una obra de Pablo Reinoso, artista cuyo talento se puede estimar en la torre de YPF de Puerto Madero. Y el polémico Premio Petrobras ostenta como título, «Unánime», la palabra más citada de Borges, por la célebre frase inicial de «Las ruinas circulares»: «Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche». El casamiento de una curadora de arte con un crítico literario tiene consecuencias curiosas, comentaban con una copa de champán en la mano, Marga Macaya, Felisa Larivière, Alex Oxenford, Marta Fernández, Teresa Frías y su amiga, Karina Rabolini, Julia Converti y Maia Güemes, Belén Arroyo, Soledad Alvarez Campos, Julieta Kemble, Dudu von Thielmann, Iván Pineda, Jean Louis Lariviére y un rejuvenecido Pepe Albistur (sin bigote). Como el brunch se redujo a unos trozos de queso, hubo un almuerzo íntimo y exclusivo, para sólo unos pocos, en las nuevas oficinas de Möet Hennessy a la vuelta del Malba, en el barrio Grand Bourg, en la bellísima casona de los Alvear de la avenida Ortiz de Ocampo. La casa, rodeada de jardines, está ahora inundada por los glamorosos colores del champán rose.

 

Entretanto, la tarde del jueves en el pasaje Bollini, la gente del arte, con su estilo distendido, se cruzaba con los ejecutivos de traje que desfilaban por esa angosta callejuela de casitas bajas con patios y jazmines, casi una isla en el barrio Recoleta. Unos, mayormente artistas, iban a ver la muestra que inauguró Diana Aisenberg en la galería Daniel Abate; otros, concurrían a la presentación de las nuevas oficinas del economista Gerónimo Frigerio. Una pérgola florecida cobijó a Frigerio -sin corbata y con una camisa con botones desiguales-, cuando enfrentó a su auditorio: funcionarios del BID y el Banco Mundial, empresarios, periodistas y políticos, entre otros, Alfonso Prat Gay, José Malbrán, Hernán López Bernabó, Fernando Lamelas, Alejandro Catteberg, Miguel Braun y funcionarios del Gobierno nacional y de la Ciudad. Frigerio aclaró que, después de trabajar en los organismos internacionales y el sector privado, se convirtió en un «artesano», capaz de articular intereses diversos. A la misma hora y a pocos pasos de allí, en la muestra «Tormenta de cristales» de Aisenberg, Vicente Centurión, Fernanda Laguna y Roberto Jacoby contaban algunas noticias del mundo global, mientras tomaban el nuevo cóctel de moda, cerveza con guaraná.

 

Después de la presentación en el Teatro San Martín de la obra de George Orwell, «1984», dirigida por Tim Robbins, quedó en la Argentina la muestra fotográfica de la obra. Robbins seleccionó a la fotógrafa argentina Dianna Oliva-Day, que está radicada hace años en Los Angeles, para que siga a la compañía por las distintas ciudades del mundo. Oliva-Day retrató a los actores y los mejores instantes de la obra. La idea es que cada foto deje un mensaje, sea una protesta, un clamor de lo que sucede en la sociedad del Gran Hermano que tan bien describió Orwell. Dianna eligió Holbox Photo Gallery de Julia Ramos para la sorprendente exposición que incluye gigantografías e imágenes impactantes. La fotógrafa trabajó con la técnica analógica, es decir, utilizó rollos de 35 milímetros y jugó con los blancos y negros y toques de color. En la inauguración de la muestra, que estará en Holbox hasta fines de mayo, estuvo Dominic Miller, el guitarrista de Sting. Otro músico presente fue Nito Mestre. Lucio Canievsky fue el encargado de la recepción a la que acudió la actriz Esmeralda Mitre, las artistas plásticas Analía Bordenave y Silvia Romero. Entre las empresarias estuvo Dominique Dujovne, socia de Nacho Viale en su nuevo emprendimiento de vinos. Los fotógrafos más destacados que dieron el presente fueron Lucas Kirby, José Pereyra Lucena, Pato Rivero y Miguel Pena.

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Publicada en: La Charla de Quincho de Ámbito Financiero sobre el dirigente del norte >>>


 
   
 
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